La tragedia familiar del feminicidio de Ubaldina y el “milagro médico” de su vientre

“El 2 de octubre mi hija salió de la casa y en el camino ese hombre se la llevó”, dijo el anciano con la voz entrecortada y las mejillas húmedas.

La familia campesina de Ubaldina Choque Gutiérrez vive una tragedia. A ella le aplastaron el cráneo, permaneció en estado de coma dos meses, en “un milagro médico” dio a luz antes de morir a una niña, su asesino está prófugo y ahora la bebé podría ser dada en adopción.

Sus tres hijos, una adolescente y dos niños, quieren a la pequeña a su lado, los abuelos sexagenarios también. Sin embargo, la pobreza en el norte potosino, una de las regiones más deprimidas del país, no se los permite.

Ubaldina nació el 1 de mayo de 1989. Desde niña ella y su hermano menor labraron la tierra en las serranías ásperas y olvidadas de Sacaca.

Alguna vez dedicó su tiempo a apacentar el ganado ajeno por tristes monedas.

Su natal comarca, de origen quechua, ubicada en el extremo norte de Potosí, en la frontera con Cochabamba, tiene verdes valles encerrados entre montañas de piedra menuda y amarillenta paja brava.

En estas tierras altas de la Cordillera Oriental las vertientes de agua cristalina descienden de los cerros hasta perderse en profundas quebradas y microcuencas cerradas.

Fue en uno de esos pasos abruptos y estrechos en los que el cuerpo de Ubaldina Choque, de 33 años, fue arrojado creyéndolo sin vida.

Donato, su agresor, su ex pareja, el padre violento de la semilla en el vientre de seis meses, antes de lanzarla al vacío aquel domingo 2 de octubre de 2022, la golpeó de forma salvaje, apuñaló en el pecho, le hundió el cráneo.

Cuatro días la buscaron sus familiares.

El anciano Roberto Choque Tola, padre de Ubaldina, contó que Donato la golpeaba con frecuencia.

Recordó que ella llegó a su vivienda el 1 de octubre en busca de refugio, de ayuda, de amor familiar.

Roberto Choque, con profundas arrugas en el rostro y el cuerpo encorvado, “no entendía” por qué su hija “aguantaba tanto”.

“Le dije que la iba a apoyar y se quedó en mi casa un día”.

La joven madre de tres niños se sintió segura en el hogar, descansó rodeada de amor y se marchó la mañana siguiente.

“El 2 de octubre mi hija salió de la casa y en el camino ese hombre se la llevó”, dijo el anciano con la voz entrecortada y las mejillas húmedas.

Jacinta Choque, tía de Ubaldina, relató que su sobrina combinaba las labores del campo y la venta de hortalizas con otras responsabilidades en domicilios particulares como en el lavado de ropa o la cocina.

El padre de sus tres hijos —de 4, 12 y 16 años— era también, dijo la tía, un hombre propenso a la ira. La joven madre prefería estar alejada de él.

Jacinta contó que en el primer día de desaparecida de su sobrina la familia pensó que había aceptado de urgencia algún oficio fuera de Sacaca.

“En el segundo nos preocupamos mucho y reportamos el caso a la policía y en el tercero Donato confesó a un amigo suyo que la había matado y que había abandonado su cuerpo en una quebrada del cerro Jucuriyawini”.

La fuerza pública, la familia, amigos y vecinos se organizaron en grupos y comenzaron la búsqueda en el accidentado territorio.

El 6 de octubre encontraron su cuerpo.

Al fondo de un paso estrecho entre montañas yacía Ubaldina.

Llegaron bomberos de la ciudad de Cochabamba, el centro urbano más cercano de la comunidad, para el penoso y difícil rescate en descenso de montaña.

Los experimentados rescatistas no podían creer que la joven mujer despeñada, golpeada, apuñalada, con traumatismo craneoencefálico severo, y a la intemperie por tres días, estuviera aún con vida.

El hilo de la vida en el salvaje territorio plagado de aves de carroña, zorros y leones de montaña no se había cortado.

En tres días su maltratado cuerpo no recibió ni agua ni alimentos. Resistió cada jornada 11 horas de luz y 13 de oscuridad.

Incapaz de reaccionar, el tibio sol la cobijó con 16 grados centígrados y las habituales frías noches andinas no lo fueron tanto porque se situaron en los cinco grados centígrados.

En Sacaca llovió 13 días en octubre, ninguno de ellos durante el tiempo en que el cuerpo de la joven estuvo a cielo descubierto.

 Embarazo

El cuerpo maltrecho de la mujer llegó el 7 de octubre al Hospital Viedma de Cochabamba.

Fue atendida de urgencia por un corte en el tórax y varios traumatismos serios en la cabeza. Se le practicó una traqueotomía y el personal médico le colocó un tubo para que pueda respirar.

Tras una valoración exhaustiva, los estudios determinaron muerte cerebral y una ecografía confirmó el principio de un milagro: estado de gestación de 28 semanas.

Llevaba en el vientre una niña.

El equipo de neurocirugía decidió no operar los hematomas del cerebro y el servicio de neurología completó pruebas en la escala de coma de Glasgow.

Bajo tres parámetros de observación clínica —respuesta ocular, respuesta verbal, respuesta motora— se valoró el nivel de conciencia y daño cerebral y se diagnosticó un Glasgow 7/15.

Ubaldina, según ese diagnóstico,  respondía a estímulos dolorosos pero no estaba despierta.

La escala de coma de Glasgow mide el nivel de alerta en base a una puntuación, la cual va desde 3, coma profundo, hasta el 15, normalidad.

Declarada con muerte cerebral, los médicos comenzaron inmediatamente la lucha por salvar a su hija y la trasladaron al Maternológico Germán Urquidi.

Las posibilidades de supervivencia de la madre eran escasas, y las del feto que había llevado en su vientre durante seis meses eran mejores.

 Valentina

Después de casi dos meses en soporte de vida artificial para mantener el embarazo en marcha y ayudar al crecimiento de la niña, la primera semana de diciembre el estado de salud de Ubaldina Choque Gutiérrez presentó un cuadro grave de complicaciones.

Su vida se apagaba irremediablemente.

Los médicos decidieron entonces someterla el 8 de diciembre a una cesárea para que su hija pudiera nacer.

“En el primer momento que hubo desestabilización, procedimos con una cesárea”, dijo el director del materno Germán Urquidi, Antonio Pardo.

“Fue un trabajo bastante estresante para el equipo médico en conjunto, porque no sabíamos si la bebé podría fallecer”, evaluó Pardo.

Pero la hija de Ubaldina salió del útero de su agonizante madre el 8 de diciembre. La bebé fue considerada un “milagro médico”.

“Fue un milagro, la bebé está fuera de peligro, está respondiendo bien, es una niña hermosa”,  dijeron los pediatras y médicos que atendieron el parto en el Germán Urquidi.

La bebé nació con un peso de dos kilogramos y en condiciones estables. Las madres del mismo hospital amamantaron emocionadas a la recién nacida que fue nombrada como su madre, Ubaldina, y al que agregaron Valentina, en reconocimiento a su valor.

Fue un momento de felicidad por el milagro de la vida en el hospital, pero la situación de Valentina estaba lejos de ser normal.

En una sala de cuidados intensivos del mismo hospital su madre, descrita como la “primera incubadora humana en Bolivia”, se debilitaba irremediablemente.

“Es como si solamente hubiese esperado a que su bebita pudiera nacer. Valentina Ubaldina nació y su mamá luchó unos días más, pero se fue”, relató su tía, Jacinta Rodríguez.

“¿Cómo ese hombre malo va a dejar a las cuatro wawitas sin su mamá, ahora qué va ser de ellos?”, preguntaba entre profundos sollozos la voz entrecortada de Jacinta.

Destino

El nombre de Ubaldina Choque Gutiérrez formó parte de los 94 feminicidios que registró Bolivia en 2022.

Donato, su asesino confeso, está prófugo de la justicia.

“Es la historia de una mujer que seguramente inició una relación muy ilusionada, muy emocionada”, dijo Tatiana Herrera, responsable del Servicio Legal Integral Municipal de Cochabamba.

“Luego, lamentablemente, se dio cuenta que era una relación de pesadilla”.

Mientras una ambulancia transportaba el cuerpo a la comunidad de su natal Sacaca para las honras fúnebres, la bebé pasaba al cuidado de la Defensoría de la Niñez de Cochabamba.

“La situación de la niña está ahora bajo la tuición del Juzgado de la Niñez y Adolescencia. Por tanto, la información de ella de ahora en adelante reviste carácter de confidencialidad”, informó Cinthia Prado, jefa de la Defensoría departamental de Cochabamba.

La Defensoría de la Niñez y la Adolescencia de Potosí verificó que los abuelos maternos, adultos mayores ambos, se hicieron cargo de los tres hijos mayores de la fallecida.

La Defensoría espera los resultados de un estudio de una familia cercana para entregar la guarda de la bebé más adelante.

Sin familia ampliada para encargarse del cuidado de la recién nacida, Valentina será remitida a un hogar de niños y luego puesta en adopción.

Sin embargo, la hija mayor de 16 años, la misma edad de su madre cuando se embarazó de ella, espera con profundo amor, según la tía, la llegada de su hermanita para cuidarla como suya, pero la pobreza de sus abuelos impide sostener la alimentación y los cuidados de la bebé.

Los últimos tres días lluvias abundantes, impetuosas y de poca duración han golpeado a Sacaca. La familia Choque de cinco miembros aguarda en su humilde hogar algo que quizá nunca ocurra: la llegada de Valentina. || ABI