Sudamérica enfrenta una encrucijada financiera
El Banco Mundial afirma que la región enfrenta un panorama económico complejo, con los países de menores ingresos particularmente vulnerables.
En un contexto global marcado por la incertidumbre, Sudamérica enfrenta un futuro financiero complejo y desafiante, caracterizado por un alto nivel de riesgo y vulnerabilidad, especialmente en sus países de menores ingresos. El reciente informe del Banco Mundial, titulado «Finanzas y Prosperidad 2024», ofrece un análisis profundo sobre las tendencias del sector financiero en las economías emergentes y en desarrollo (EEDs), subrayando la creciente divergencia en la resiliencia y estabilidad financiera entre las naciones de ingresos bajos y medios.
A lo largo del continente sudamericano, los desafíos económicos se han exacerbado por una serie de factores globales, desde las políticas monetarias en las economías avanzadas (EAs) hasta las tensiones geopolíticas y los efectos persistentes de la pandemia de COVID-19. Aunque algunos países de ingresos más altos en la región han demostrado cierta capacidad para manejar estos desafíos, otros, particularmente aquellos en el rango de ingresos bajos y medios, enfrentan un riesgo financiero significativo en los próximos 12 meses.
El informe destaca que, si bien el 70% de los países emergentes analizados enfrentan riesgos financieros bajos a moderados, una proporción significativa de los países de menores ingresos, incluidos varios en Sudamérica, están expuestos a altos niveles de riesgo. “En muchos de estos países, los riesgos domésticos se ven agravados por riesgos globales relacionados con la política monetaria y la perspectiva de crecimiento económico en las economías avanzadas, así como por los conflictos geopolíticos”, señala el informe.
El aumento de la deuda soberana y la creciente exposición de los bancos a la misma son preocupaciones centrales. Según el informe, la exposición de los bancos a la deuda gubernamental en las EEDs ha aumentado un 35% en la última década, y en los países en situación de estrés de deuda, esta cifra supera el 50%. En Sudamérica, países como Argentina y Venezuela se encuentran entre los más vulnerables, con un alto porcentaje de sus activos bancarios expuestos a la deuda soberana, lo que los deja en una posición precaria frente a cualquier reestructuración de deuda.
La pandemia de Covid-19 ha dejado cicatrices profundas en la economía global, y Sudamérica no ha sido la excepción. La necesidad de los gobiernos de financiar respuestas a la crisis sanitaria llevó a un aumento sustancial de la deuda soberana. Sin embargo, la situación se ha visto agravada por el aumento de las tasas de interés en las economías avanzadas, lo que ha elevado los costos de servicio de la deuda en muchas naciones sudamericanas.
“La política monetaria en las economías avanzadas sigue siendo el principal riesgo de contagio global, ya que el acceso al mercado para los prestatarios en los países de ingresos bajos y medianos sigue siendo desafiante”, advierte el informe. Esto es especialmente relevante para Sudamérica, donde los países con fundamentos económicos más débiles han experimentado devaluaciones de sus monedas, rebajas en sus calificaciones crediticias y un aumento en los costos de endeudamiento.
A pesar de los desafíos, el informe señala que la mayoría de los bancos en las EEDs, incluidos algunos países en Sudamérica, han resistido relativamente bien el impacto de la pandemia, manteniendo colchones de capital y liquidez que les han permitido absorber choques crediticios y de deuda soberana. No obstante, advierte que “pocos bancos en los países de menores ingresos en Sudamérica podrían quedar subcapitalizados si se enfrentaran a un aumento significativo pero plausible en la ratio de préstamos no productivos”.
Las economías más resilientes en la región han demostrado la importancia de una supervisión sólida y de redes de seguridad financiera robustas. Sin embargo, casi el 70% de los países con altos riesgos financieros no están adecuadamente preparados para manejar el estrés financiero. En países como Argentina y Brasil, las debilidades en los marcos regulatorios y de supervisión podrían obstaculizar la capacidad para garantizar la solidez del sector financiero, especialmente en tiempos de crisis.
El concepto de “nexo soberano-bancario” es crucial para comprender los riesgos que enfrenta Sudamérica. Este nexo se refiere a la interdependencia entre los bancos y el gobierno, donde los bancos tienen grandes cantidades de deuda soberana en sus balances, lo que los hace vulnerables a las crisis de deuda gubernamental. En Sudamérica, esta conexión se ha fortalecido en los últimos años debido al aumento de la deuda pública y a la falta de una base de inversionistas domésticos diversa, lo que ha llevado a los bancos a convertirse en los compradores de último recurso de la deuda soberana.
Este vínculo puede convertirse en un círculo vicioso: si un gobierno enfrenta dificultades para pagar su deuda, esto puede desestabilizar el sistema bancario, lo que a su vez puede empeorar la crisis de deuda soberana. En países como Argentina, este riesgo es particularmente alto, donde la exposición de los bancos a la deuda gubernamental supera el 30% de sus activos.
En Sudamérica, la situación es crítica. La mayoría del financiamiento climático proviene de fuentes públicas, y el sector privado juega un papel menor en comparación con las economías avanzadas. Solo el 16% del financiamiento climático en la región se destina a la adaptación, y casi todo este financiamiento proviene de fuentes públicas. Además, los bancos en la región destinan una proporción muy limitada de sus carteras de préstamos al financiamiento climático, lo que subraya la necesidad de una mayor movilización de recursos para abordar los desafíos climáticos.
Sudamérica se encuentra en una encrucijada financiera. Si bien los desafíos son inmensos, también existen oportunidades significativas para fortalecer la resiliencia financiera y promover un crecimiento inclusivo y sostenible. Para ello, es esencial que las autoridades adopten un enfoque equilibrado que priorice la estabilidad financiera sin comprometer los objetivos de desarrollo económico y social.
El informe del Banco Mundial concluye con un llamado a la acción: “Las autoridades bancarias deben priorizar la estabilidad financiera y continuar promoviendo la inclusión financiera a medida que adoptan herramientas regulatorias y enfoques de supervisión que apoyen la movilización del financiamiento climático y la gestión de los riesgos climáticos en el sector financiero”.
El porvenir financiero de Sudamérica dependerá en gran medida de la capacidad de la región para enfrentar estos desafíos de manera proactiva, con políticas bien diseñadas que fortalezcan la resiliencia del sector financiero y movilicen los recursos necesarios para enfrentar los riesgos climáticos y de deuda soberana. Con las medidas adecuadas, la región puede no solo superar estos desafíos, sino también aprovechar las oportunidades para un crecimiento económico más inclusivo y sostenible.